jueves, 8 de enero de 2009

Divididos por los hombres, unidos por Cristo.

Hermanos y hermanas en el Corazón de Jesús:

Quiero compartirles un regalo, que a su vez me fue compartido por mi mejor amigo después de Nuestro Señor Jesucristo, me refiero a mi hermano en el Episcopado ++ Monseñor Gonzalo Jaramillo Hoyos.

Como ustedes saben, constantemente escribo artículos, Circulares y Cartas Pastorales sobre temas históricos, teológicos, Sacramentales y pastorales.

Pues bien, hace unos días escribí un articulo sobre la forma de gobierno de la Iglesia Vetero, de la cual orgullosamente soy miembro. En dicho escrito le daba a ++ Monseñor Gonzalo el titulo de “Primado de Honor de todos los Veteros”. Inmediatamente ++ Monseñor Gonzalo me escribió dos cartas llenas de humildad, sabiduría y caridad en las cuales en primer lugar rechaza este titulo y me recordaba que a lo largo de los 2000 años de historia de la Iglesia las más grandes desgracias, las más grandes divisiones tuvieron como raíz el que algunos obispos se llenaran de títulos. Ya que el titulo era para darles más poder religioso, y éste a su vez les daba más poder político y económico. Como bien me hacia mención ++ Monseñor Gonzalo, cuando uno de los Obispos empieza a colgarse títulos (diría mi abuelita, se cuelgan hasta el molcajete), siembran en el corazón de sus hermanos en el Episcopado envidias, celos, divisiones y estas cuando crecen producen cismas, herejías y otras desgracias para la Iglesia.

Ya Origenes nos dejo escrito: “El pecado (de soberbia) trae por consecuencia odios, envidias, pleitos, celos, cismas…”

Si en la actualidad seguimos divididos como cristianos es porque no hemos sabido desterrar de nuestras iglesias y de nuestros corazones el pecado de soberbia, de orgullo.
La Unidad siempre será fruto del Espíritu santo, ya san Pablo en su carta a los Efesios 4,3 dice: “Procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza.”

¿Por qué entre los apóstoles no hubo ningún cisma?
Porque todos eran simplemente apóstoles.
Hoy en día, ¿por qué hay divisiones entre la mayoría de los obispos?
Porque si uno se llama su Santidad, el otro se llama su Toda Santidad. Si uno se llama su Gracia, el otro se llama su Toda Gracia. Si uno se llama Muy Reverendo, el otro se llama Reverendísimo…

Que fácil se les olvidan las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “El que quiera ser el primero que se haga el servidor de los demás (no dijo: el que quiera ser el primero que se llene de títulos y de poder jurisdiccional).

Después de muchos años de estudio serio y de mucha oración, he llegado a la conclusión de que si hay un Obispo que pueda mandar sobre todos los obispos, hay uno que tienen autoridad sobre todos, ¿quieren saber quien es?
Es Cristo, el OBISPO DE NUESTRAS ALMAS, EL ES EL PRINCIPAL OBISPO, ES EL OBISPO DE obispos. 1 Pe 5,4; Heb 13,20

Cuando un Obispo busca tener más títulos es porque trata de llenar en su vida el vació inmenso que tiene por no tener a Cristo como huésped de su alma.
Cuando el Centurión Cornelio se arrodillo ante san Pedro para tributarle honores, san Pedro lo levantó diciéndole:
“Ponte de pie, pues también soy un hombre como tú.” Hch 10,26
Para que el Ecumenismo en el Mundo de fruto, y un fruto que permanezca, todos los cristianos, pero de forma especial los obispos de las diferentes ramas católicas, debemos retomar la humildad y la sencillez de la Iglesia Antigua (Vetero) de los primeros siglos.

Ya san Agustín de Hipona decía:
“Obispos y presbíteros designan la vocación y la misión que Cristo le dio a algunos, Cristiano, es el titulo de honor más grande que se puede tener, ya que con el nos reconocemos como miembros de la Iglesia, hijos de Dios y hermanos de Cristo.”
Oremos todos por la unidad, practiquemos la caridad para con todos, pero sobre todo, recordemos que nosotros no fuimos llamados a predicar a tal o cual obispo, a tal o cual iglesia.
La Iglesia, GUIADA POR TODOS LOS OBISPOS, en colaboración con los presbíteros, diáconos y los laicos debemos anunciar a Cristo como nuestro Rey y Señor. Si todos predicáramos a Cristo (en vez de predicar a obispos) no habría divisiones. De forma decidida tenemos que trabajar por la unidad, ya que la unidad entre todos los bautizados es la prueba para que el Mundo crea en Jesús, Nuestro Señor Jn 17,21-22.

Su hermano y amigo en Cristo:

+ Monseñor Victor Hugo García Cortés
Arzobispo Vetero de México.

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